Problemas económicos serios en China - El Nuevo País
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KRUGMAN: “La economía china está en serios problemas”
En un mundo donde la economía es el tablero de ajedrez global, Paul Krugman analiza con lente de experto el juego económico de China, y sus observaciones apuntan hacia una partida complicada para el gigante asiático. En 2023, mientras la economía estadounidense jugaba sus fichas de forma sorprendentemente eficiente, evitando una recesión y logrando una disminución rápida de la inflación sin un alto costo visible, el panorama en China contrastaba drásticamente.
Lejos de las expectativas, China no experimentó el crecimiento anticipado tras levantar sus severas restricciones de “Covid cero”. Aunque el PIB oficial reflejó un crecimiento del 5,2%, Krugman y otros analistas ven esta cifra con escepticismo. En países democráticos como Estados Unidos, las cifras económicas rara vez se ven afectadas por intereses políticos, sin embargo, en regímenes autoritarios, esto puede ser una práctica común, y China no parece ser la excepción.
Las señales de alarma no se detienen en las cifras cuestionables. La economía china muestra signos de deflación al estilo japonés y un preocupante desempleo juvenil. No se trata de una crisis total, pero sí de un posible preámbulo a una era de estancamiento y decepción.
¿Cómo llegó China a esta encrucijada? Krugman señala al liderazgo como un factor clave. El presidente Xi Jinping parece más un lastre que un motor económico, con decisiones que han ahogado la iniciativa privada. Pero, incluso con un liderazgo más efectivo, los problemas serían evidentes. El modelo económico chino, que alguna vez fue envidiado y temido, ahora muestra fisuras profundas.
Un consumo doméstico bajo, una red de seguridad social débil y una alta inversión en sectores de rendimientos decrecientes son algunos de los síntomas de un sistema económico insostenible. China ha intentado compensar el consumo inadecuado impulsando inversiones masivas, pero este no es un camino sostenible a largo plazo, especialmente cuando la fuerza laboral y la productividad general no acompañan este ritmo.
Entonces, ¿qué debería hacer China? La receta parece sencilla: liberar la represión financiera, fortalecer la red de seguridad social para fomentar el consumo y reducir las inversiones insostenibles. Sin embargo, poderosos actores internos, como las empresas estatales, se benefician del status quo, complicando cualquier cambio.
El peligro no se limita a las fronteras chinas. Un China en dificultades podría buscar consolidar su economía a través de un aumento en las exportaciones, potencialmente colisionando con los esfuerzos occidentales por promover tecnologías verdes. Aún más alarmante es la posibilidad de que China desvíe la atención de sus problemas internos hacia aventuras militares.
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