En un acontecimiento que resalta la creciente importancia de las relaciones Sur-Sur, el presidente de Brasil, Inácio Lula da Silva, marcó el fin de su visita oficial a Etiopía, un viaje que ha sido notable no solo por su participación en la 37ª Cumbre de la Unión Africana sino también por sus significativas reuniones bilaterales con líderes de la región. Durante su estancia, Lula se reunió con destacados homólogos de Egipto, Nigeria, Kenya, Libia, y el primer ministro etíope, en un claro esfuerzo por estrechar lazos y explorar nuevas avenidas de cooperación económica y política.

Las conversaciones giraron en torno a temas cruciales como la economía, la lucha contra el hambre y la pobreza, y la necesidad de una cooperación más estrecha entre los países del sur global. Antes de su partida de Addis Abeba, Lula compartió en conferencia de prensa sus reflexiones y visiones para el futuro, subrayando la importancia de ampliar los flujos comerciales entre Brasil y los países en desarrollo, así como la necesidad de retomar y profundizar la cooperación política entre Brasil y el continente africano.

"África es parte de nuestra cultura y de nuestras raíces", afirmó Lula, señalando la importancia estratégica del continente no solo en términos culturales sino como un espacio vital para el futuro global. Su convicción de que los pobres pueden ser la solución a muchos de los problemas contemporáneos es un llamado a la acción para proporcionar oportunidades que permitan a todos acceder a una vida digna y contribuir a la sociedad.

Este viaje no solo simboliza un paso hacia la construcción de un mundo sin guerras, xenofobia o desinformación, sino que también resalta el cambio necesario en la geopolítica mundial. Lula criticó la actual composición del Consejo de Seguridad de la ONU, argumentando que la representación debe evolucionar para reflejar las realidades del mundo actual, muy diferente al de 1945, e incluir a más países del Sur Global.

La visita de Lula a Etiopía es un testimonio de Brasil como actor clave en el escenario mundial, buscando activamente fortalecer los lazos con otros países en desarrollo y abogar por un orden global más inclusivo y equitativo. En un mundo donde los desafíos transnacionales requieren cooperación internacional, la diplomacia brasileña bajo el liderazgo de Lula parece dispuesta a jugar un papel protagonista en la configuración de un futuro prometedor para el sur global y, por extensión, para el mundo entero.