En Chile, la reciente víctima de secuestro, el teniente retirado Ronald Ojeda Moreno, ha desencadenado una ola de temor entre los exiliados venezolanos, particularmente aquellos con antecedentes en las fuerzas armadas. Este incidente ha puesto de manifiesto la vulnerabilidad y la preocupación constante que enfrentan estos individuos lejos de su país natal.

La ministra de Interior de Chile, Carolina Tohá, reveló que un militar retirado, cuyo nombre se mantiene en reserva por razones de seguridad, expresó su temor por ser el próximo objetivo de secuestro. Este miedo no surge de un vacío, sino de la persecución percibida por parte de los cuerpos de seguridad bajo la administración de Nicolás Maduro. Este individuo, buscando refugio y seguridad, se presentó en una comisaría de Talca, argumentando que su vida está en peligro inminente.

El Gobierno chileno, a través de palabras de Tohá, aseguró comprensión y apoyo a aquellos en situaciones similares, prometiendo utilizar todas las herramientas disponibles para garantizar su seguridad. Esta declaración surge en un momento crítico, justo cuando la Policía de Investigaciones de Chile (PDI) emitió una alerta sobre el secuestro de Ojeda Moreno, enfatizando la seriedad de la amenaza que enfrentan los exiliados venezolanos.

Ojeda Moreno no es un caso aislado. Su historia de ser un preso político en Venezuela y su posterior secuestro en Chile por individuos que se hicieron pasar por funcionarios de inmigración, subraya la extensión de los tentáculos de persecución que pueden alcanzar a los exiliados, incluso en tierras que buscan ser refugio.

Este incidente no solo ha movilizado a las autoridades chilenas sino que también ha capturado la atención de figuras como Iván Simonovis, un reconocido investigador criminal, quien ha señalado directamente a funcionarios de la DGCIM (Dirección General de Contrainteligencia Militar de Venezuela) como responsables del secuestro. La incertidumbre sobre el paradero de Ojeda Moreno añade una capa más de ansiedad y preocupación a la comunidad venezolana en Chile, así como a los observadores internacionales atentos a estas dinámicas de persecución política.

Este caso ilustra la complejidad de la situación de los exiliados venezolanos en el extranjero, quienes, lejos de encontrar un refugio seguro, se ven confrontados con la posibilidad de enfrentar amenazas similares a las que escaparon. La respuesta del Gobierno chileno y la comunidad internacional ante estos desafíos será crucial para garantizar la seguridad y el bienestar de aquellos que han buscado en Chile un santuario frente a la persecución política y la inestabilidad en su país de origen.

En definitiva, la situación de los exiliados venezolanos en Chile, marcada por el temor y la incertidumbre, refleja la urgencia de abordar la seguridad y la protección de los individuos que han huido de la represión en busca de paz y estabilidad. La comunidad internacional debe permanecer vigilante y solidaria ante la continua lucha de estos exiliados por encontrar seguridad y libertad lejos de su patria.