La tauromaquia, una práctica con raíces históricas profundas en México desde 1526, enfrenta hoy un intenso debate. Esta controversia se ha intensificado recientemente con la suspensión y posterior reanudación de las corridas de toros en la Plaza de México, el recinto taurino más grande del mundo, ubicado en la Ciudad de México.

Las corridas de toros han sido parte del tejido cultural mexicano por siglos. A pesar de su larga historia, han enfrentado varias prohibiciones, como la decretada por Venustiano Carranza en 1916, que fue ignorada y finalmente anulada. Hoy, la Plaza de Toros no solo es escenario de enfrentamientos entre toros y toreros, sino también de un enfrentamiento legal entre defensores de los animales, empresarios y aficionados a la tauromaquia.

En 2022, un juez ordenó detener las corridas en la Plaza de Toros tras un amparo presentado por la ONG Justicia Justa, argumentando que estas afectan el derecho a un medio ambiente sano y el bienestar animal. Sin embargo, en diciembre de 2023, una propuesta de la Suprema Corte de Justicia de la Nación sugirió revocar esta suspensión, apoyada por argumentos que defienden la tauromaquia como parte de la cultura mexicana. Esta decisión permitió la reanudación de las corridas, pero el 31 de enero de 2024, otro juez ordenó nuevamente su suspensión, pendiente de una decisión definitiva el 7 de febrero.

Los defensores de la tauromaquia argumentan que es una tradición cultural arraigada en México, mientras que grupos de defensa de los animales, como Animal Heroes, insisten en la necesidad de prohibirla por considerarla una forma de maltrato animal. Esta tensión refleja un choque entre la preservación de tradiciones y la evolución hacia una sociedad más consciente del bienestar animal.

A nivel nacional, la tauromaquia está prohibida en cinco entidades. En medio de este escenario polarizado, el presidente Andrés Manuel López Obrador sugirió realizar una consulta popular en la Ciudad de México para decidir el futuro de estos eventos.

La situación actual de las corridas de toros en México ejemplifica una lucha entre la preservación de tradiciones culturales y la creciente preocupación por los derechos y el bienestar animal. El desenlace de esta controversia, pendiente de futuras decisiones judiciales y posiblemente de una consulta popular, será determinante para el futuro de la tauromaquia en el país.