En una serie de eventos que reflejan la volátil situación de seguridad en Ecuador, el presidente Daniel Noboa ha estado en el centro de una lucha intensa contra el crimen organizado. La situación llega a un punto álgido con la reunión del Consejo de Seguridad Pública y del Estado (Cosepe) en Guayaquil, donde se discuten estrategias y medidas para enfrentar la creciente ola de violencia en el país.

Después de un viaje a Estados Unidos, donde nació su tercer hijo, el presidente Noboa regresa a Ecuador, inmerso en medidas extremas de seguridad. Este retorno coincide con la reunión del Cosepe en Guayaquil, una ciudad que se ha convertido en el epicentro de la violencia y el crimen organizado. La reunión se produce justo después de la deportación de los familiares más cercanos de José Adolfo Macías Villamar, alias 'Fito', líder de la banda criminal 'Los Choneros', señalando un esfuerzo coordinado y transnacional en la lucha contra el narcotráfico.

El presidente Noboa, en una medida sin precedentes, ha decretado la existencia de un "conflicto armado interno" en el país, categorizando a las bandas del crimen organizado como "organizaciones terroristas y actores no estatales beligerantes". Esta decisión marca un cambio radical en la política de seguridad, otorgando a las Fuerzas Armadas un papel más prominente en la neutralización de estas amenazas. La situación se agravó con una serie de eventos violentos, que incluyeron secuestros, asesinatos, y hasta la toma de un canal de televisión, llevando al gobierno a implementar un toque de queda nocturno y un estado de excepción.

A pesar de los esfuerzos del gobierno y la implementación de medidas drásticas, la situación en Ecuador sigue siendo tensa. Los ataques y las tácticas del crimen organizado ponen a prueba la capacidad del Estado para mantener el control y la seguridad. La pregunta que surge es si la política de mano dura del presidente Noboa dará resultados a largo plazo en la restauración de la paz y el orden en el país.

La situación en Ecuador no solo es un reflejo de la lucha de un país contra el crimen organizado, sino también un ejemplo de la complejidad y los desafíos que enfrentan las naciones en el ámbito de la seguridad. Mientras el presidente Noboa y su gobierno continúan enfrentando estos desafíos, la comunidad internacional observa y espera, reconociendo la valentía y la firmeza, pero también consciente de la difícil tarea que tiene por delante en la búsqueda de estabilidad y paz.