En un escenario marcado por la esperanza y la tensión, Colombia se prepara para una nueva fase en su búsqueda de la paz. Este 21 de enero, representantes del gobierno colombiano y del Ejército de Liberación Nacional (ELN) se encontrarán en La Habana para dar inicio al sexto ciclo de diálogos. Este evento no es solo un encuentro más; es una continuidad de los esfuerzos por prorrogar el cese al fuego bilateral más extenso que ambas partes han logrado hasta la fecha. Iniciado el 3 de agosto, este cese al fuego está en el umbral de su fecha de conclusión, el 29 de enero, colocando a las delegaciones ante una encrucijada crucial: renovar y fortalecer el acuerdo para que cumpla su propósito esencial de mejorar la calidad de vida y los derechos humanos de la población civil.

Las expectativas están puestas en cómo se desarrollarán estas conversaciones. Según fuentes del ELN, el objetivo es no solo extender la duración del cese al fuego, sino también revisar minuciosamente su funcionamiento para garantizar su efectividad. Por su parte, Vera Grabe, la jefa negociadora del gobierno, ha expresado la intención de "prolongar el cese lo más que se pueda", enfocándose en expandir los términos actuales que se limitan a la prohibición de acciones ofensivas y cualquier actividad contraria al Derecho Internacional Humanitario (DIH).

El gobierno colombiano, liderado por el presidente Gustavo Petro, busca ir más allá de la mera extensión del cese al fuego. En palabras de Grabe, el objetivo es incluir en el acuerdo acciones violatorias adicionales que trascienden el secuestro y otras formas de violencia, especialmente aquellas que impactan directamente a la población civil. El presidente Petro, en una reciente entrevista, subrayó la importancia de que el ELN muestre una voluntad genuina de "abandonar la violencia de manera definitiva" para que la renovación del cese al fuego sea posible y efectiva.

Más allá del cese al fuego, hay aspectos cruciales pendientes de progreso. Uno de ellos es la participación de la sociedad en el acuerdo. Se han formado grupos de participación que están programados para presentar un protocolo en los próximos meses, aunque los plazos pueden variar debido a incidentes recientes, como el secuestro de Mane Díaz, padre del futbolista Luis Díaz. Estos grupos tendrán la tarea de recopilar y presentar propuestas ciudadanas que serán fundamentales para el acuerdo final.

Otro frente clave son las denominadas zonas críticas, áreas significativamente afectadas por el conflicto y bajo la influencia del ELN. Lugares como el Bajo Calima y San Juan, en el Pacífico colombiano, han sido designados como zonas críticas y han sido el foco de caravanas humanitarias. La designación de otras áreas como el Bajo Cauca, el nordeste antioqueño y el sur de Bolívar también se incluyen en este esfuerzo, aunque los avances han sido limitados y se espera que se retomen en las actuales negociaciones en La Habana.

En medio de estos esfuerzos por la paz, es fundamental que tanto el gobierno colombiano como el ELN aborden estos diálogos con un compromiso sincero y una voluntad inquebrantable de alcanzar soluciones duraderas. Solo así se podrá asegurar que el cese al fuego no sea solo un intervalo en el conflicto, sino un paso firme hacia una paz estable y duradera que beneficie a toda la población de Colombia.