En un escenario de creciente tensión, Haití se encuentra sumida en una serie de protestas antigubernamentales desencadenadas por un llamado a la desobediencia civil realizado por el exsenador y exconvicto Guy Philippe. Este movimiento ha provocado una interrupción significativa en varias ciudades haitianas, alterando la rutina diaria de sus habitantes.

El epicentro de estas protestas se ubica en ciudades como Jérémie, Juana Méndez y Petit-Goâve, donde las actividades se vieron paralizadas desde la mañana del lunes. La manifestación más notable es la de camiones y remolques alineados estratégicamente en varias calles, bloqueando el tránsito de automóviles. Esta situación ha forzado a los ciudadanos a trasladarse a pie a sus destinos, mientras que la presencia de estudiantes en las calles ha disminuido considerablemente.

Guy Philippe, figura central de estas protestas, ha instado a la población a ocupar oficinas públicas, incluyendo la del Primer Ministro (PM), en un movimiento que, según indica el exembajador haitiano en República Dominicana, Edwin Paraison, cuenta con el apoyo armado del BSAP. A pesar de este respaldo, se destaca la ausencia de políticos y empresarios en el movimiento, una diferencia notable en comparación con la insurrección de 2004.

El regreso de Philippe a Haití en diciembre, tras cumplir una sentencia en Estados Unidos, fue seguido de un mensaje pregrabado donde abogaba por la desobediencia civil. Contra las expectativas de algunos de que prepararía una insurrección armada similar a la de 2004, Philippe ha llamado a la población a cerrar todas las oficinas públicas, excepto la Policía Nacional Haitiana (PNH) y los hospitales. El objetivo es claro: exigir la renuncia del primer ministro Ariel Henry.

Estas protestas representan un momento crucial en la política haitiana. Con la paralización de actividades y el bloqueo de calles, se evidencia un creciente descontento popular. El llamado de Guy Philippe a una desobediencia civil pacífica, pero contundente, sugiere un enfoque estratégico diferente al empleado en conflictos anteriores. Sin embargo, la ausencia de apoyo de figuras políticas y empresariales puede influir en el alcance y la efectividad de estas protestas.

El gobierno de Haití, por su parte, enfrenta el desafío de responder a estas demandas de manera efectiva, en un contexto donde la estabilidad política y social del país parece estar en juego. Las próximas acciones del gobierno y la respuesta de los manifestantes serán determinantes en el desarrollo de esta situación. 

Haití se encuentra en un punto crítico, con la población activamente involucrada en expresar su descontento y exigir cambios, mientras el gobierno debe navegar cuidadosamente para mantener la paz y el orden en un ambiente de creciente tensión política.