En una perspectiva que revela tanto desafíos como oportunidades para la salud pública, Colombia y México emergen como los países con las tasas más altas de mortalidad infantil entre los miembros de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE). Esta posición resalta la urgencia de abordar profundamente las políticas de salud y los sistemas de atención materno-infantil para garantizar un futuro más prometedor para las nuevas generaciones.

Las cifras recientes de mortalidad infantil en la OCDE muestran una realidad preocupante, con Colombia y México encabezando la lista. Este panorama no solo señala una brecha significativa con respecto al promedio de la organización, sino que también destaca la necesidad crítica de implementar medidas efectivas y concretas para mejorar la atención médica y las condiciones de vida de los infantes.

La mortalidad infantil es reconocida por expertos en salud pública como un indicador clave que refleja la efectividad de las políticas y la calidad del sistema de salud, especialmente en lo que respecta a la atención materno-infantil. En este sentido, Colombia y México se enfrentan a un desafío crucial: transformar sus sistemas de salud para proteger a la población más vulnerable.

Las razones detrás de estas tasas de mortalidad alarmantemente altas son complejas y multifactoriales. Entre ellas, se encuentran la falta de acceso a servicios de atención prenatal adecuados, deficiencias en la atención médica durante el parto, y limitaciones en el acceso a servicios de atención pediátrica de calidad. Estos factores subrayan la importancia de una evaluación exhaustiva y de la implementación de estrategias integrales para abordar esta problemática.

Ante este escenario, el presidente colombiano Gustavo Petro ha manifestado su preocupación, señalando la ausencia de un sistema preventivo en salud como una de las causas principales de esta situación. La propuesta de reforma a la salud en Colombia busca construir precisamente ese modelo preventivo, enfocado en la anticipación y la atención temprana para revertir estas estadísticas.

La situación actual, aunque desafiante, presenta una oportunidad invaluable para impulsar cambios positivos y significativos en los sistemas de salud de ambos países. Con el apoyo y la colaboración de la comunidad internacional, es posible sentar las bases para un futuro más saludable para las infancias de Colombia y México. La adopción de políticas efectivas, la inversión en infraestructura de salud y la promoción de programas de atención y prevención son pasos esenciales hacia la reducción de la mortalidad infantil y la garantía de una vida plena y saludable para cada niño y niña.