La igualdad de género en el ámbito científico representa un desafío crucial en la agenda global, especialmente subrayado por la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (Unesco) durante la conmemoración del Día Internacional de la Mujer y la Niña en la Ciencia. A pesar de los avances logrados en las últimas décadas, la representación femenina en la ciencia sigue siendo insuficiente: solamente una de cada tres investigadoras en el mundo es mujer.

Este fenómeno no es meramente estadístico; refleja una serie de barreras sistemáticas que limitan la participación femenina en la ciencia y la tecnología, contribuyendo a una persistente disparidad de género. Estas barreras no solo desmotivan a las niñas y mujeres jóvenes a seguir carreras científicas, sino que también perpetúan estereotipos y normas sociales que limitan su desarrollo profesional en estos campos.

A nivel mundial, las mujeres ocupan solo el 12% de los puestos en consejos y academias científicas. En Latinoamérica, aunque el porcentaje asciende a 44%, refleja variaciones significativas entre disciplinas. Mientras que en ciencias de la vida y salud la distribución de género es más equitativa, en ingeniería y ciencias computacionales, esenciales para la Cuarta Revolución Industrial, las mujeres están notablemente subrepresentadas. Además, en el campo de la inteligencia artificial, solo el 22% de los profesionales son mujeres, destacando una brecha significativa que podría afectar el futuro del mercado laboral.

Las barreras que enfrentan las mujeres en la ciencia trascienden el ámbito económico, enraizándose en normas sociales y culturales que moldean las expectativas sobre los roles de género. La falta de modelos a seguir, la subrepresentación en puestos de liderazgo, ambientes de aprendizaje y trabajo no inclusivos, y la prevalencia de techos de cristal son solo algunos de los obstáculos que limitan su progreso y visibilidad en estas áreas.

En México, el estado de Puebla se destaca por sus esfuerzos para incrementar la participación femenina en carreras STEM (Ciencia, Tecnología, Ingeniería y Matemáticas), siendo uno de los seis estados con mayor concentración de mujeres en estos campos. Esta iniciativa refleja un compromiso creciente con la reducción de la brecha de género en la ciencia a nivel local y nacional.

Para superar estas barreras, es fundamental adoptar un enfoque multifacético que incluya políticas públicas que promuevan la igualdad de género en la ciencia y la tecnología, programas de mentoría y becas específicas para mujeres, y la creación de espacios de trabajo más inclusivos y equitativos.

La participación plena y equitativa de las mujeres en la ciencia no solo es un derecho fundamental, sino también un componente esencial para lograr soluciones innovadoras y sostenibles a los desafíos globales. La superación de estas barreras requiere un esfuerzo conjunto de gobiernos, instituciones educativas, y la sociedad en general para crear un entorno que apoye y fomente la diversidad y la inclusión en el ámbito científico.

Cerrando la brecha de género en la ciencia no solo se avanza hacia una mayor equidad, sino que también se enriquece el panorama científico con una diversidad de perspectivas que potencian la creatividad y la innovación. La tarea es grande, pero el compromiso y las acciones concretas pueden llevarnos a un futuro donde mujeres y hombres colaboren en igualdad de condiciones en la vanguardia del conocimiento y la tecnología.