El anuncio del calendario oficial del Mundial 2026 ha desencadenado una serie de movimientos estratégicos por parte de la Federación Mexicana de Futbol (FMF), con un objetivo claro: asegurar la localía de la Selección Mexicana en el emblemático Estadio Azteca, especialmente en las etapas cruciales del torneo. Esta decisión, lejos de ser un capricho, tiene sus raíces en la historia y la logística.

Para entender la petición actual de la FMF, es fundamental mirar atrás, al Mundial de 1986. En aquella ocasión, México, superando expectativas, ganó su grupo y jugó los octavos de final en el Estadio Azteca, venciendo a Bulgaria. Sin embargo, el cambio de sede para los cuartos de final a Monterrey resultó en una derrota ante Alemania. Este recuerdo persiste en la memoria colectiva del futbol mexicano y actúa como un catalizador en la decisión de la FMF de mantener los juegos del equipo nacional en el Azteca.

El Estadio Azteca no es solo un recinto deportivo; es una fortaleza para la Selección Mexicana. Con una capacidad impresionante y una atmósfera incomparable, este estadio ha sido testigo de momentos históricos del futbol mundial. Para la FMF, mantener a la selección en este escenario no solo es una cuestión de orgullo, sino también una estrategia para aprovechar la familiaridad del equipo y el apoyo incondicional de los aficionados.

Además del aspecto emocional y histórico, la logística juega un papel fundamental en la solicitud de la FMF. Al permanecer en el Estadio Azteca, la Selección Mexicana evitaría desplazamientos innecesarios y se mantendría en su centro de alto rendimiento (CAR), optimizando la preparación y el descanso de los jugadores. Esta continuidad en el entorno puede ser decisiva en momentos de alta competencia.

Hasta el momento, la FIFA no ha emitido una respuesta definitiva a la petición de la FMF. El organismo rector del futbol mundial debe analizar múltiples factores, incluyendo la equidad entre los equipos participantes y la logística del torneo. La decisión de la FIFA será crucial y está rodeada de expectativa, no solo por parte de los directivos y jugadores, sino también por los aficionados del futbol mexicano.

La comunidad futbolística mexicana, incluidos los aficionados, ve con buenos ojos la permanencia de la selección en el Estadio Azteca. Este sentimiento se basa en la creencia de que jugar en casa, en un estadio con tanta historia y significado, podría ser el impulso necesario para que México alcance nuevas alturas en el Mundial 2026.

La solicitud de la FMF de mantener a la Selección Mexicana en el Estadio Azteca durante el Mundial 2026 no es solo una cuestión de preferencia; es una estrategia bien pensada que combina aspectos históricos, emocionales, y logísticos. Mientras el mundo del futbol espera la decisión de la FIFA, queda claro que para México, el Estadio Azteca es más que un estadio: es un símbolo de identidad nacional y una pieza clave en su aspiración de triunfar en el escenario mundial.