En un día marcado por la unión y la determinación, el ambiente científico de Argentina vivió momentos de intensa movilización. La ocupación del Polo Científico Tecnológico por parte de un colectivo compuesto por investigadores, becarios y personal administrativo del CONICET no fue más que el clímax de una serie de acciones coordinadas a lo largo y ancho del país, demostrando la fortaleza y el compromiso de la comunidad científica frente a las adversidades.

El CONICET, reconocido internacionalmente por su excelencia y contribuciones significativas al mundo de la ciencia y tecnología, enfrenta hoy uno de sus mayores retos. Las políticas de ajuste presupuestario y los recortes en becas doctorales, postdoctorales y de finalización de doctorado, sumados a los despidos injustificados y la falta de pago a investigadores extranjeros, han encendido las alarmas dentro de la institución. Estas acciones no solo amenazan el futuro de la ciencia en Argentina sino también el bienestar de quienes dedican su vida a la investigación y el desarrollo.

En respuesta a la inacción del directorio del CONICET y la retórica vacía de "No hay plata", utilizada tanto por autoridades del CONICET como por ciertos sectores del sindicato ATE, los trabajadores decidieron tomar una postura firme. La ocupación del edificio no fue un acto impulsivo, sino una medida calculada, fruto de la frustración acumulada y la necesidad de hacer oír sus voces. Este acto de rebeldía se vio reforzado por la solidaridad y el apoyo de diversos sectores, creando un ambiente de esperanza y determinación.

La intervención de la ministra Patricia Bullrich, intentando intimidar a los manifestantes, no hizo más que evidenciar la distancia entre el gobierno y la comunidad científica. A pesar de los obstáculos, la acción directa de los trabajadores consiguió compromisos por parte del directorio, como la publicación del orden de mérito de las becas y la asignación de nuevas becas doctorales y de finalización de doctorado.

El éxito de la jornada no reside solo en los compromisos obtenidos, sino también en la demostración de fuerza y unidad de la comunidad científica. La organización democrática, a través de asambleas virtuales y presenciales, ha permitido articular una respuesta colectiva frente a las políticas de ajuste. La participación activa en movilizaciones y la coordinación con otros sectores afectados por las medidas del gobierno son un claro mensaje de que la lucha por la ciencia y la tecnología es parte de una batalla más amplia por los derechos laborales y sociales en Argentina.

A pesar de los avances, queda claro que el camino por recorrer es largo y lleno de desafíos. La reducción en el número de becas y la incertidumbre sobre el futuro laboral de muchos trabajadores del CONICET son problemas que requieren una respuesta firme y organizada. La próxima reunión del directorio del CONICET se presenta como una oportunidad para redoblar la lucha, buscando no solo revertir los recortes sino también promover un modelo de ciencia y tecnología al servicio de las necesidades sociales.

Este momento de unidad y resistencia debe servir como un punto de inflexión, no solo para la comunidad científica sino para toda la sociedad argentina. La lucha contra el ajuste y en defensa de la ciencia pública es un llamado a la solidaridad, a la organización colectiva y a la acción directa. La ciencia, como motor de desarrollo y bienestar social, merece ser defendida con valor y determinación. La jornada vivida en el Polo Científico Tecnológico es un claro ejemplo de que, cuando la comunidad se une, es posible enfrentar las adversidades y luchar por un futuro mejor.