En el contexto actual de Cuba, la dinamización de la economía se ha convertido en un tema de primordial importancia y urgencia. El Primer Ministro Manuel Marrero ha sido claro en su enfoque al instar a las autoridades provinciales y a la población en general a unirse en un esfuerzo colectivo para implementar medidas que promuevan la revitalización económica. En una reunión significativa con gobernadores de todas las provincias y el intendente del municipio especial de Isla de la Juventud, Marrero subrayó la necesidad de una comprensión profunda y un compromiso genuino de la sociedad con las políticas económicas propuestas.

Marrero hizo hincapié en que, aunque estas medidas no producirán resultados inmediatos ni resolverán todos los problemas económicos a corto plazo, son cruciales para posicionar a la nación en una trayectoria de recuperación y crecimiento sostenido. Se trata de un llamado a la paciencia y a la fe en un proceso que, aunque gradual, pretende ser transformador.

El Primer Ministro también abogó por una revisión exhaustiva de las estructuras empresariales existentes con el objetivo de incrementar la productividad y reducir los costos económicos, un paso visto como fundamental para fortalecer el tejido empresarial del país. La televisión nacional transmitió su llamado a “restituir la disciplina y la exigencia; corregir lo incorrecto y hacerlo con sentido de modestia y autocrítica para avanzar; analizar qué nos faltaría para producir más y ganar más”.

Un aspecto novedoso y de particular interés en su discurso fue la transición del subsidio de productos al subsidio de personas. Esta medida busca asegurar que aquellos con mayor capacidad económica contribuyan de manera justa, mientras que los más necesitados continúen recibiendo el apoyo estatal, incluso en una medida mayor a la actual. Esto no solo es un enfoque más personalizado y justo, sino que también refleja un entendimiento profundo de la diversidad de necesidades dentro de la población cubana.

En el ámbito de la construcción de viviendas, un sector crucial para el desarrollo socioeconómico, Marrero sugirió la explotación de potencialidades locales y el impulso de iniciativas municipales para alcanzar resultados más efectivos y eficientes. Además, subrayó la importancia de un control riguroso de los recursos y de combatir cualquier indicio de delito, asegurando así la transparencia y la eficiencia en este proceso crucial.

Finalmente, resaltó la producción de alimentos como una prioridad nacional, reconociendo su papel central en la seguridad y soberanía alimentaria, así como en la salud y bienestar de la población.

las directrices de Marrero no solo buscan una transformación económica, sino también una reforma en la mentalidad y en la cultura organizativa. Es un llamado a la acción colectiva, la responsabilidad compartida y la visión a largo plazo, aspectos esenciales para asegurar un futuro más próspero y estable para Cuba. Con una estrategia que enfatiza la eficiencia, la justicia y el potencial local, Marrero pone de manifiesto su compromiso con un desarrollo inclusivo y sostenible, esencial en el panorama económico actual de la nación.