Fernando Pardo del Campo, ingeniero agrónomo, expuso su frustración al ser rechazado por un banco para abrir una cuenta corriente debido a su edad, evidenciando un problema mayor en la sociedad chilena: la discriminación por edad en el acceso a servicios financieros. A pesar de su actividad laboral constante, se encontró con una barrera inesperada que lo hizo sentir marginado y desvalorizado. Su experiencia, compartida en una carta al diario El Mercurio, pone de manifiesto el edadismo, un tipo de discriminación que afecta especialmente a los adultos mayores, quienes se ven invisibilizados y excluidos en diversos ámbitos, incluido el financiero.

El físico Miguel Kiwi, galardonado con el Premio Nacional de Ciencias, también se enfrentó a la discriminación por edad al serle negada una tarjeta de crédito por superar los 75 años. Su experiencia subraya la prevalencia del edadismo en Chile, un país sin normativas específicas que limiten la contratación de productos financieros por edad. La negativa que enfrentó Kiwi lo impulsó a concientizar sobre el edadismo y unirse a campañas contra esta discriminación, evidenciando la necesidad de reconocer y valorar las capacidades de los adultos mayores más allá de su edad cronológica.

En 2023, un grupo de 16 adultos mayores presentó una denuncia ante el Servicio Nacional del Consumidor (Sernac), denunciando negativas injustificadas para acceder a tarjetas de crédito, abrir cuentas o recibir créditos. Aunque las denuncias formales son mínimas, esto no refleja la magnitud del problema. Eduardo Toro Nahmías, de la Fundación Conecta Mayor, enfatiza la importancia de realizar denuncias formales para que entidades como la Comisión para el Mercado Financiero (CMF) tomen medidas pertinentes. La respuesta de las instituciones financieras varía, pero el Banco de Crédito e Inversiones destaca que los criterios para ofrecer servicios se basan en el comportamiento financiero y la solvencia del cliente, sin mencionar la edad como un factor limitante.

Chile enfrenta un rápido envejecimiento de su población, con proyecciones que indican que los adultos mayores constituirán el 32,1% de la población para 2050. Este cambio demográfico demanda una transformación cultural y políticas que integren activamente a los adultos mayores en la sociedad. El edadismo, además de tener consecuencias personales, representa un coste económico y social significativo. Iniciativas como las de la Universidad Católica y el interés de empresas en adaptarse a las necesidades de los adultos mayores son pasos positivos, pero aún queda mucho por hacer para combatir la discriminación por edad y fomentar una sociedad inclusiva para todas las edades.

La discriminación por edad en el sector financiero chileno es un reflejo de un problema más amplio de edadismo en la sociedad. Las experiencias de individuos como Fernando Pardo del Campo y Miguel Kiwi resaltan la urgencia de abordar esta forma de discriminación y promover una cultura de inclusión y respeto hacia los adultos mayores. A medida que Chile y el mundo enfrentan un envejecimiento poblacional acelerado, es imperativo desarrollar políticas y prácticas que reconozcan el valor y las capacidades de las personas de todas las edades, asegurando su participación activa y digna en todos los ámbitos de la vida.