Las criptomonedas, prometidas como una vía hacia el enriquecimiento rápido y sin esfuerzo, se han convertido en un terreno fértil para estafas y esquemas piramidales. Un ejemplo destacado es el de HyperVerse, una compañía que engañó a sus clientes haciéndoles perder 1.200 millones de euros. Lo más sorprendente del caso es que el supuesto CEO de la empresa, en realidad, era un actor llamado Stephen Harrison.

Hace un par de años, cuando Mark Zuckerberg anunció el concepto del metaverso, poco sabíamos que daría lugar a un esquema tan audaz. Inspirados por esta idea, los "emprendedores" Sam Lee y Ryan Xu fusionaron las palabras "metaverso" y "criptomoneda" para crear HyperVerse, un fondo de alto riesgo con una estructura piramidal que rápidamente captó la atención y el dinero de los inversores. Incluso celebridades como Steve Wozniak y Chuck Norris promocionaron esta empresa. Sin embargo, lo que parecía ser un proyecto prometedor resultó ser un monumental fraude.

La historia tomó un giro inesperado en 2022, cuando HyperVerse quebró, y sus fundadores huyeron a Dubái. Los clientes de la empresa se encontraron con una pérdida colectiva de 1.200 millones de euros. En el intento de desentrañar la verdad, los medios de comunicación buscaron al CEO, Steven Reece Lewis, solo para descubrir que era un fantasma. Una investigación reveló que Steven Reece Lewis nunca existió.

El supuesto CEO, cuyo currículo incluía estudios en la Universidad de Leeds y en Cambridge, además de un supuesto trabajo en Goldman Sachs y una venta de software a Adobe, era una invención. Todos estos institutos y empresas negaron cualquier asociación con él. Tras meses de búsqueda, se descubrió la verdad en un canal de YouTube llamado Nobody Special Finance. Steven Reece Lewis no era más que un personaje creado e interpretado por el actor británico Stephen Harrison, radicado en Bangkok.

En una entrevista para The Guardian, Harrison explicó que fue contratado por HyperVerse para darle un rostro confiable a la empresa. Por su trabajo, recibió un salario de aproximadamente 7.000 euros durante nueve meses, junto con un traje de lana y cachemira, camisas de negocios, corbatas y un par de zapatos. Al principio, no sospechó nada extraño, incluso cuando se le pidió que adoptara el nombre de Steven Reece Lewis, creyendo que era una práctica común en el criptomundo. Solo después de que el escándalo saliera a la luz se dio cuenta del engaño en el que había participado, aunque de manera involuntaria.

Harrison expresó su arrepentimiento en la entrevista, lamentando haber sido parte, aunque sin saberlo, de una estafa que causó enormes pérdidas. Aunque no ha sido acusado formalmente, su papel en el engaño plantea preguntas éticas y legales importantes.

El caso de Hyperverse resalta un problema creciente en los mercados emergentes de las criptomonedas y el metaverso. Estos campos, atractivos por su promesa de ganancias rápidas, se han convertido en un caldo de

cultivo para estafadores hábiles. Aunque Stephen Harrison no participó directamente en la planificación de la estafa, su papel como el falso CEO contribuyó a la credibilidad de HyperVerse. Este caso subraya la importancia de la diligencia y la precaución en el mundo de las inversiones, especialmente en mercados tan nuevos y volátiles como las criptomonedas y el metaverso.

La historia de HyperVerse es un recordatorio sombrío de que detrás de la fachada de tecnologías innovadoras y promesas de riqueza, a menudo se esconden trampas peligrosas. Los inversores, seducidos por la posibilidad de ganancias rápidas, deben ser conscientes de los riesgos y estar atentos a las señales de alerta de fraude.

Es crucial que los inversores investiguen a fondo antes de comprometer su dinero. Verificar las credenciales de las empresas y de sus líderes, entender las estructuras de las inversiones y ser escépticos ante promesas de altos retornos con poco o ningún riesgo son pasos esenciales para evitar ser víctima de una estafa.

El caso de HyperVerse también plantea preguntas sobre la regulación en el ámbito de las criptomonedas y el metaverso. La falta de un marco regulatorio claro ha permitido a los estafadores operar con relativa impunidad. Este incidente podría impulsar a los reguladores y a los legisladores a tomar medidas más estrictas para proteger a los inversores y mantener la integridad de estos mercados emergentes.

Finalmente, la historia de Stephen Harrison como el falso CEO de HyperVerse es un recordatorio de que, en el mundo de las inversiones, no todo lo que brilla es oro. La prudencia y el escepticismo son aliados valiosos en la búsqueda de oportunidades de inversión legítimas y seguras. A medida que avanzamos hacia un futuro donde las criptomonedas y el metaverso jugarán roles cada vez más importantes, es esencial que tanto los inversores como los reguladores estén equipados para navegar estos desafíos y aprovechar las oportunidades que ofrecen, minimizando los riesgos de caer en las garras de estafadores habilidosos.