La transición hacia un individualismo exacerbado Desde finales de la década de 1970 hasta principios de la de 1980, el mundo presenció un cambio significativo en la dirección política y económica de los países desarrollados, marcado por la elección de líderes como Margaret Thatcher y Ronald Reagan. Estos cambios se caracterizaron por una drástica subida de las tasas de interés, lo que tuvo como consecuencia una crisis de deuda en Iberoamérica y África, y un claro desplazamiento hacia políticas neoliberales. Estas políticas no solo se analizan desde una perspectiva económica sino también desde una dimensión antropológica, destacando el desprecio por el cuidado de la vida social y el fomento de un individualismo que margina a los más vulnerables y debilita los lazos familiares.

El colapso del modelo socialista y el surgimiento de China Con el colapso del modelo socialista en Europa oriental entre 1989 y 1992, se eliminó un contrapeso al avance neoliberal, permitiendo una mayor concentración de riqueza en manos de los más ricos y profundizando la polarización social. Sin embargo, la irrupción de China en la escena mundial entre 1999 y 2002 marcó un punto de inflexión, al lograr una significativa reducción de la pobreza extrema, demostrando que es posible mejorar las condiciones de vida sin comprometer la acumulación de riqueza. A pesar de estos avances, en regiones como la Unión Europea, los niveles de pobreza no solo no han disminuido sino que han aumentado, lo que evidencia la incapacidad de las políticas actuales para abordar eficazmente la desigualdad y la pobreza.

La respuesta a la crisis del neoliberalismo La crisis financiera global de 2008-2012, simbolizada por la Gran Recesión, evidenció las limitaciones del modelo neoliberal, llevando a Europa y otras regiones desarrolladas a un estancamiento económico de largo plazo con severas implicaciones medioambientales. En este contexto, la iniciativa de la Economía de Francisco, promovida por el Papa Francisco, emerge como una propuesta para revisar el modelo económico actual en favor de uno que priorice el bienestar común, la equidad social, y la sostenibilidad ambiental. Esta propuesta invita a una reflexión colectiva, especialmente entre los jóvenes, para desarrollar un nuevo humanismo económico que respete la dignidad humana y promueva una cultura de comunión.

La propuesta del Papa Francisco hacia un cambio global El Papa Francisco ha llamado a la comunidad internacional a adoptar un modelo económico que se inspire en los valores de san Francisco de Asís, poniendo a los pobres en el centro de la economía y buscando soluciones que permitan su inclusión como protagonistas del cambio. Esta economía no se limita a trabajar para o con los pobres, sino que aspira a crear caminos para que estos se conviertan en agentes activos de transformación. Frente a un capitalismo que prioriza el interés individual sobre el colectivo, la Iglesia Católica propone un enfoque que valora la comunidad, el cuidado de las personas y la naturaleza, promoviendo la dignidad y libertad humanas como valores fundamentales.

En un momento en que el mundo se encuentra en una encrucijada entre continuar bajo las premisas de un capitalismo neoliberal que ha demostrado sus limitaciones, y la búsqueda de alternativas que promuevan una mayor justicia social y sostenibilidad ambiental, la Economía de Francisco ofrece una visión esperanzadora. Esta propuesta no solo desafía el statu quo, sino que invita a todos, más allá de creencias y nacionalidades, a participar en la construcción de un nuevo modelo económico que coloque el bienestar común, la equidad y la dignidad humana en el centro de sus preocupaciones. La tarea que se presenta es compleja y requiere un compromiso colectivo hacia el cambio, pero también ofrece la posibilidad de imaginar y construir un futuro más inclusivo y sostenible para todos.