En una reciente y meticulosa investigación llevada a cabo por el Centro de Investigación para la Gestión Integrada del Riesgo de Desastres (Cigiden), los devastadores incendios que asolaron Chile han sido puestos bajo el microscopio, revelando datos que son tan impresionantes como alarmantes. A través del uso de tecnología avanzada, incluidos vuelos de dron y análisis de datos satelitales, complementados con entrevistas en terreno, el informe de Cigiden arroja luz sobre la magnitud del desastre que afectó especialmente a la Región de Valparaíso.

La conclusión del informe es demoledora: la superficie total quemada alcanzó las 9.215,9 hectáreas. Para poner esta cifra en perspectiva, equivale a aproximadamente 12,980 estadios de fútbol profesional, un dato que por sí solo pinta un cuadro de la vastedad del área afectada. Los incendios barrieron a través de una diversidad de paisajes, incluidos sectores urbanos, agrícolas y forestales, impactando severamente a cinco comunas: Viña del Mar, Quilpué, Villa Alemana y Limache.

El análisis detallado también reveló que 330 hectáreas de vegetación nativa, situadas dentro de las ciudades y en sus inmediaciones, sufrieron daños. Este daño no solo se limitó a áreas abiertas, sino que también alcanzó quebradas húmedas y laderas hasta 500 metros del límite urbano. La gravedad de los incendios no discriminó, afectando tanto a barrios marginales como a zonas industriales en Viña del Mar, siendo empujados por el viento y exacerbados por las temperaturas extremas.

Las investigaciones preliminares indican que estos incendios fueron provocados, con el fuego iniciándose en cuatro focos distintos dentro del Parque Natural del Lago Peñuelas. La velocidad con la que las llamas se extendieron fue tal que incluso llegaron a amenazar áreas residenciales y comerciales, marcando este evento como la tragedia más significativa que ha enfrentado Chile desde el mortal terremoto de 2010.

Este informe no solo sirve como un recordatorio sombrío de la fragilidad de nuestros entornos naturales y urbanos frente a la adversidad sino que también destaca la necesidad crítica de investigaciones detalladas y basadas en evidencias como la llevada a cabo por Cigiden. Estos datos no solo proporcionan una base para la reflexión y la acción futura sino que también subrayan la importancia de la prevención, la preparación y la respuesta adecuada ante desastres naturales de esta magnitud.

Mientras Chile se recupera y reconstruye, este informe se convierte en un documento clave para entender la magnitud de los incendios y para prepararse mejor ante futuros riesgos. La esperanza es que, mediante la educación, la tecnología y la planificación adecuada, desastres de esta escala puedan prevenirse, o al menos, su impacto mitigado.