En Chile, una nación con cerca de 20 millones de habitantes, se está llevando a cabo una transición energética notable. Más del 35% de la energía producida proviene de fuentes eólicas o solares, con proyectos significativos en desarrollo, particularmente en la región de Lomas del Taltal. Este cambio se intensificó con el plan de 2019 para cerrar las 28 centrales eléctricas a carbón del país para 2040, una meta que el presidente Gabriel Boric, elegido en 2021, aspira a adelantar.

Tocopilla, una ciudad minera ubicada entre el océano Pacífico y el desierto de Atacama, es un ejemplo vívido de este cambio. Aquí, la clausura de centrales a carbón y la inactividad portuaria ilustran la rápida transición energética de Chile. Desde 2019, nueve centrales a carbón han sido cerradas, incluyendo cuatro en Tocopilla operadas por la empresa francesa Engie. Chile figura entre los diez países que más rápido han reducido su producción de energía a carbón, de acuerdo con un estudio del Instituto de Recursos Mundiales.

Sin embargo, este cambio tiene un costo humano, particularmente en Tocopilla. Pedro Castillo, un trabajador portuario con 36 años de experiencia, relata cómo el cierre repentino de las centrales afectó a los trabajadores. Aunque Engie implementó medidas de acompañamiento para sus empleados directos, muchos trabajadores de empresas contratistas quedaron desamparados. El cierre de centrales ha dejado a muchos sin trabajo y con pocas perspectivas a futuro.

Alejandro Ochoa, encargado de asuntos medioambientales de la Central Unitaria de Trabajadores (CUT), destaca que el problema radica en la subcontratación y la falta de planificación gubernamental. La transición afecta no solo a los empleados directos de las centrales, sino también a un gran número de trabajadores indirectos. El Ministro de Energía chileno, Diego Pardow, reconoce estos desafíos y menciona planes para la reinserción laboral en sectores como el turismo y las energías limpias.

Engie y otras empresas están explorando proyectos en el ámbito del hidrógeno verde y el almacenamiento de baterías. La empresa chilena Colbun también está considerando alternativas al carbón, como el hidrógeno y los granulados de madera. Sin embargo, la preocupación de los trabajadores como Pedro Castillo sigue siendo relevante: el progreso ambiental no debe dejar a la gente atrás.

La transición energética en Chile es un ejemplo de progreso ambiental significativo, marcado por un cambio hacia fuentes de energía renovables. Sin embargo, este proceso no está exento de desafíos, especialmente en términos de impacto social y laboral en comunidades como Tocopilla. Mientras Chile avanza hacia un futuro más verde, queda claro que la transición justa debe ser una prioridad, asegurando que los beneficios ambientales no se logren a expensas de las comunidades locales.