La multiculturalidad de México se manifiesta a través de su riqueza lingüística, con 68 lenguas originarias y 364 variantes que son parte esencial de la identidad cultural del país. México se destaca por su diversidad lingüística, agrupada en 11 familias lingüísticas, cada una con su propia historia, tradiciones, y visión del mundo. A pesar de que en 2010, el 6.6% de la población hablaba alguna lengua originaria, para 2020, este porcentaje disminuyó a 6.1%, lo que representa a 7.4 millones de personas. Entre estas lenguas, el náhuatl, maya, mixteco, y zapoteco sobresalen por su número de hablantes. Estos datos, proporcionados por el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI), evidencian un desafío importante: la conservación de estas lenguas ante un declive en el número de hablantes.

El Instituto Nacional de Lenguas Indígenas (INALI) alerta sobre el riesgo de extinción de 64 variantes lingüísticas, evidenciando la urgencia de implementar medidas de preservación. Además, la UNESCO resalta que la pérdida de lenguas indígenas conlleva la desaparición de conocimientos ancestrales y cosmovisiones únicas, afectadas por la globalización, migración, y otros fenómenos. En respuesta, México ha desarrollado políticas para proteger los derechos lingüísticos de los pueblos indígenas, incluyendo el reconocimiento de las lenguas indígenas como nacionales y la promoción del uso de estas lenguas en servicios públicos y educación.

Las iniciativas gubernamentales y comunitarias juegan un papel crucial en la preservación de las lenguas originarias de México. El gobierno, a través de organismos como el INALI, la Universidad de las Lenguas Indígenas de México, y el Instituto Nacional de los Pueblos Indígenas (INPI), se enfoca en la investigación, certificación de intérpretes, y la creación de materiales educativos para promover el desarrollo lingüístico indígena. Estas acciones son complementadas por la participación activa de la sociedad civil, instituciones académicas, y las propias comunidades indígenas, quienes, a través de talleres, festivales culturales, y aplicaciones digitales, buscan innovar en la transmisión y revitalización de estas lenguas.

La tecnología emerge como una herramienta potencial para la enseñanza y difusión de las lenguas originarias, aunque la tradición oral sigue siendo fundamental. Los ancianos, como portadores de sabiduría y conocimientos ancestrales, ocupan un lugar central en la transmisión de estas lenguas a las nuevas generaciones. Sin embargo, a pesar de los esfuerzos, la amenaza de extinción persiste, lo que subraya la necesidad de un compromiso mayor por parte de la sociedad para valorar, proteger, y promover el uso de las lenguas maternas.

Es imperativo desarrollar una conciencia colectiva sobre la importancia de las lenguas maternas como parte del patrimonio cultural de México. Reconocer y honrar la herencia lingüística del país no solo es un acto de respeto hacia los pueblos indígenas, sino también una inversión en el futuro cultural y social de México. La diversidad lingüística es un tesoro que enriquece la comprensión del mundo y fortalece el tejido social. Por ello, es crucial que todos los sectores de la sociedad se involucren activamente en la preservación de este legado, desde el apoyo gubernamental hasta la participación ciudadana.

La colaboración entre diferentes actores y el uso innovador de tecnologías pueden ser clave para revitalizar las lenguas en riesgo. Al final, el éxito en la preservación de las lenguas originarias dependerá de la capacidad de adaptar estrategias que respeten y celebren la multiculturalidad inherente a México. Como sociedad, tenemos la responsabilidad de asegurar que estas voces ancestrales no solo se escuchen, sino que también prosperen para las futuras generaciones. En palabras de agradecimiento y reconocimiento a este rico patrimonio, decimos "Matéteraba" (Gracias, en Tarahumara), recordando siempre la importancia de cada lengua que compone el mosaico cultural mexicano.