El sábado, la vicepresidenta de Colombia, Francia Márquez, comunicó una noticia desoladora: el número de fallecidos por dos deslizamientos de tierra ocurridos el viernes en una carretera cerca de El Carmen de Atrato, Chocó, ha ascendido a 33 personas. La magnitud de esta tragedia, con una mayoría de víctimas siendo niñas y niños, ha conmocionado al país y ha puesto en alerta a las autoridades y equipos de rescate.

Los deslizamientos sucedieron en la carretera que conecta Quibdó con Medellín, dos ciudades importantes de Colombia. La situación se agravó cuando varios vehículos, que estaban detenidos debido a un bloqueo previo en la carretera, quedaron sepultados bajo toneladas de tierra y escombros. Este dramático evento fue capturado en video por testigos, mostrando la súbita y devastadora caída de la montaña sobre la fila de vehículos detenidos.

Según testigos, cerca de cincuenta personas se refugiaban de la lluvia en una vivienda cercana, quienes también resultaron afectadas por el deslizamiento. La Unidad Nacional para la Gestión del Riesgo de Desastres (UNGRD) ha reportado 35 personas heridas, que han sido trasladadas a centros médicos para recibir atención.

Los esfuerzos de rescate son intensos y coordinados, involucrando a las Fuerzas Militares, la Policía, la UNGRD, autoridades locales, bomberos y otros organismos de socorro. El terreno complicado y la ubicación remota de la carretera hacen que la tarea sea aún más desafiante. El Ejército Nacional, con la ayuda de 30 soldados rescatistas, drones y perros entrenados, trabaja incansablemente para localizar y rescatar a posibles sobrevivientes.

La gobernadora del Chocó, Nubia Carolina Córdoba, ha informado sobre los procedimientos en curso para la identificación de los cuerpos, algunos de los cuales han sido trasladados a Medellín. La tragedia ha puesto de relieve la solidaridad y la coordinación entre diferentes agencias y niveles de gobierno para enfrentar la situación y apoyar a las familias afectadas.

Este trágico suceso no solo ha dejado un saldo doloroso de víctimas, sino que también ha causado una profunda conmoción en Colombia. La tragedia en El Carmen de Atrato es un sombrío recordatorio de los desafíos que enfrentan las regiones montañosas del país en términos de infraestructura y preparación para desastres naturales. La comunidad, aunque golpeada por la pérdida y el dolor, muestra una unión y fortaleza admirables en estos difíciles momentos.