En el vibrante y tropical escenario de Colombia, se desarrolla una historia que parece sacada de una película de suspenso, pero es una cruda realidad. La noche en Medellín, una ciudad que ha superado su violento pasado pero aún enfrenta sombras de criminalidad, se convierte en el escenario de un peligro latente: la escopolamina, conocida coloquialmente como la "droga que borra recuerdos". Esta sustancia, capaz de anular la voluntad y la memoria de quien la ingiere, ha causado estragos, especialmente entre los turistas, llevando a situaciones de robo y extorsión, e incluso, en casos extremos, a la muerte.

La historia de Omer Bloch, un empresario israelí, sirve como testimonio desgarrador de los peligros ocultos en las citas a través de aplicaciones como Tinder. Bloch, seducido por la belleza y el encanto de su cita, se encontró atrapado en una trampa mortal. Tras una velada aparentemente inocente, despertó sin memoria de los eventos previos, despojado de sus pertenencias y con la certeza de haber sido víctima de la escopolamina. Este incidente no es aislado. Entre noviembre y diciembre de 2023, la comunidad de Medellín fue sacudida por las muertes "sospechosas" de ocho estadounidenses, incidentes que han encendido alarmas y llevado a recomendaciones explícitas de la Embajada de Estados Unidos de abstenerse de utilizar aplicaciones de citas en Colombia.

La escopolamina, una sustancia extraída del árbol Brugmansia, presenta una amenaza sigilosa y devastadora. Su capacidad para inducir somnolencia, amnesia, taquicardia, hipertensión y, en combinación con alcohol, incluso la muerte, la convierte en una herramienta peligrosa en manos criminales. A pesar de su prohibición en Colombia, su fácil acceso y rápida eliminación del cuerpo humano la hacen un agente casi perfecto para crímenes relacionados con el robo y la extorsión.

Mientras tanto, Medellín, una ciudad que lucha por redefinir su imagen post-Pablo Escobar, se enfrenta a un incremento en la prostitución y a una percepción problemática de ser un destino de "permisividad". Este entorno, atractivo para un cierto tipo de turismo, ha llevado a situaciones de explotación y a un debate social sobre la responsabilidad tanto de los visitantes como de los residentes en estos incidentes.

La historia de Bloch, y de muchos otros que han sufrido en silencio, subraya la complejidad y las sombras que aún persisten en ciudades como Medellín. A pesar de su renacimiento y su creciente popularidad como destino turístico, los peligros ligados a sustancias como la escopolamina y las actividades criminales que estas facilitan, presentan un desafío constante para autoridades y ciudadanos por igual. Es un recordatorio de que, en la búsqueda de experiencias y conexiones en tierras extranjeras, la precaución y la conciencia de los riesgos son compañeros indispensables.