En el contexto económico y social actual del Perú, la problemática de la pobreza se ha agudizado notablemente, evidenciando un desafío crítico para el país. Durante el 2023, la economía peruana experimentó un decrecimiento del 0.55%, el retroceso más significativo de los últimos 25 años, exacerbado por el aumento de precios en diversos productos y una disminución en los ingresos reales, que no lograron recuperar los niveles previos a la pandemia. Este escenario económico desalentador ha tenido un impacto directo en la estructura social del Perú, particularmente en el aumento de la pobreza y la vulnerabilidad económica de una amplia fracción de su población.

Según estimaciones de Videnza Instituto, alrededor de 10.3 millones de peruanos se encontraban en situación de pobreza para el 2023, lo que representa un aumento de un millón de personas en comparación con el año anterior. Este incremento en la pobreza monetaria, que alcanzó al 30.5% de la población, refleja no solo una crisis económica sino también una crisis social de amplio espectro. Además, se destaca una preocupante tendencia hacia la vulnerabilidad, con un estimado de 30% de la población en riesgo de perder su empleo, lo que sugiere que aproximadamente el 60% de los peruanos se encuentran en una situación de pobreza o en riesgo de caer en ella.

Una de las consecuencias más alarmantes de la situación económica actual es el empobrecimiento de la clase media. De acuerdo con Luis Miguel Castilla, exministro de Economía y Finanzas y director ejecutivo de Videnza, de ese millón adicional de personas que cayeron en la pobreza, unas 400,000 provienen de la clase media, lo que evidencia una reducción significativa de este sector, alejándose aún más del porcentaje que representaba en 2019.

Otro aspecto crítico es el acceso limitado a servicios básicos fundamentales como agua, desagüe, electricidad y teléfono, que sigue siendo una realidad lejana para muchos hogares peruanos, a pesar de los esfuerzos y la inversión de recursos. Esta falta de acceso no solo profundiza la brecha de desigualdad sino que también complica aún más la lucha contra la pobreza.

Mirando hacia el futuro, hay una ligera esperanza de mejora para el 2024, siempre y cuando el Producto Bruto Interno (PBI) experimente un crecimiento estimado del 3%. Sin embargo, este crecimiento podría no ser suficiente para revertir completamente las tendencias de pobreza, dado que la recuperación de ingresos es desigual y la inflación, aunque se espera que disminuya, seguirá siendo un factor a considerar.

Frente a esta situación, se han propuesto diversas estrategias para mitigar la pobreza y promover una recuperación económica inclusiva. Entre estas, se destacan la necesidad de abordar la crisis alimentaria asegurando el acceso a alimentos de calidad y en cantidad suficiente, impulsar la inclusión económica en zonas urbanas a través del fomento del autoempleo y la microempresa, y recuperar la confianza empresarial para estimular la inversión y la creación de empleo formal.

La pobreza en el Perú es una problemática multifacética que requiere de un enfoque integral y la colaboración de todos los sectores de la sociedad. Aunque los desafíos son significativos, la implementación de políticas públicas eficaces, junto con el compromiso de la comunidad internacional, puede marcar la diferencia en la vida de millones de peruanos, abriendo camino hacia un futuro más próspero y equitativo.