En un despliegue de táctica y estrategia, las Fuerzas Armadas de Ecuador se encuentran en una búsqueda frenética para recapturar a Adolfo Macías, conocido en los círculos criminales como “Fito”. Este personaje no es solo un fugitivo, sino una figura central en el intrincado tablero del crimen organizado que ha puesto en jaque a la seguridad nacional. El jefe de las fuerzas castrenses, Jaime Vela, ha declarado que la operación para dar con Fito se ha intensificado, marcando una colaboración crucial con Colombia, país que ha sido un aliado estratégico en la localización del prófugo. Las declaraciones de Vela no dejan lugar a dudas: “Estamos cerca, y Fito lo sabe”.

Pero, ¿quién es realmente Adolfo Macías? Su historia es digna de un guion cinematográfico. Tras la muerte de Júnior Roldán en 2023, Fito emergió como el líder indiscutible de una de las bandas más temidas de la región. Su fuga de una prisión de máxima seguridad en 2013 marcó el inicio de una leyenda urbana. La imagen de Macías escapando en un bote por el río Daule ha alimentado la narrativa de un criminal casi inasible. Sin embargo, tres meses después, las autoridades lograron ponerlo tras las rejas nuevamente, aunque su influencia y poder no se vieron mermados.

Fito no es solo un nombre en el mundo del crimen; es un título de abogado y un imperio económico que supera los 23 millones de dólares. Desde las sombras de su celda, ha movido hilos que generan ingresos de 70,000 dólares semanales, demostrando que su poder trasciende los muros de la prisión. Bajo su mando, la organización Los Choneros no solo controla el negocio ilícito, sino también la vida diaria dentro de la cárcel, cobrando una especie de “alquiler” a los reclusos por su estadía y obligándolos a adquirir productos a precios inflados.

El legado oscuro de Fito se extiende más allá de las transacciones financieras y el control carcelario. Se le atribuye la autoría intelectual del asesinato de Fernando Villavicencio, candidato presidencial, en un ataque que conmocionó al país durante un mitin electoral. Su escape no solo ha representado un desafío directo al presidente Daniel Noboa y su promesa de una lucha frontal contra la criminalidad, sino que ha catalizado una crisis de poder que se ha manifestado en violentos motines en más de seis cárceles.

La cacería de Fito es más que una operación de captura; es un símbolo de la determinación de Ecuador por restaurar el orden y la justicia. Con la colaboración de Colombia y una estrategia que se afina con cada día que pasa, las autoridades están enviando un mensaje claro: la impunidad tiene sus días contados. Mientras tanto, la nación aguarda, consciente de que cada movimiento en este ajedrez del crimen tiene el potencial de cambiar el curso de la historia de seguridad del país. Con cada amanecer, la pregunta persiste: ¿será hoy el día en que Fito sea finalmente capturado?