En enero de 2024, Haití se sumergió en uno de sus períodos más oscuros recientes, experimentando el mes más violento de los últimos dos años. La crisis humanitaria en este país caribeño, el más pobre del hemisferio occidental, se ha intensificado drásticamente, con más de 806 civiles afectados entre muertes, heridas, y secuestros, según reportes de Europa Press. Esta situación ha sido exacerbada por la inestabilidad política y social, culminando en protestas violentas contra el gobierno de Ariel Henry y un agravamiento en la interrupción de servicios esenciales y la distribución de ayuda humanitaria.

La violencia no solo ha cobrado un alto precio en vidas humanas sino que también ha paralizado servicios críticos en salud y educación, según alerta la ONU. Con una población de 11,7 millones, se estima que 5,5 millones de haitianos necesitarán asistencia humanitaria este año. La inseguridad alimentaria es una realidad para 4,3 millones de personas, un escenario que empeora día a día debido a la creciente violencia y la inestabilidad política.

El 2023 cerró con un alarmante incremento del 122% en víctimas (8.400 personas) a causa de la actividad de bandas en comparación con el año anterior. Enero de 2024 vio un salto significativo a 806 víctimas civiles, además de 300 miembros de bandas afectados, elevando el total a más de 1.100 afectados, una cifra que triplica a la del mismo mes en 2023, según Volker Turk, Alto Comisionado de la ONU para los Derechos Humanos.

Las confrontaciones entre grupos armados y las fuerzas de seguridad se han vuelto brutales, con batallas que se extienden por horas. Se sospecha que el aumento de munición en manos de las bandas ha intensificado los conflictos. Además, las bandas han adoptado tácticas horrendas, como ataques directos contra civiles y el uso de la violencia sexual como arma. La difusión de imágenes y videos de actos violentos en redes sociales busca sembrar el terror entre la población.

La violencia ha forzado a más de 310.000 personas a desplazarse internamente, con más de 8.000 haitianos desplazados solo en este año, según la Organización Internacional para las Migraciones (OIM). Los bloqueos han complicado aún más el traslado de heridos y personal sanitario, y más de un millar de escuelas han suspendido clases, impactando la educación de miles de niños.

La infancia haitiana se encuentra en una situación especialmente precaria. En 2023, 176 niños fueron víctimas de la violencia, algunos como parte de actos de venganza entre bandas. El reclutamiento de menores por estos grupos armados es alarmantemente alto, lo que ha llevado a UNICEF y a su representante en Haití, Bruno Maes, a enfatizar la protección de los niños como una prioridad urgente. La violencia ha dejado a tres millones de niños con necesidades humanitarias, una cifra que podría aumentar si la crisis persiste.

Aunque la implementación de una misión internacional de seguridad, potencialmente liderada por Kenia, ha sido sugerida como una medida para aliviar la situación, Volker Turk subraya que la estabilidad a largo plazo solo se logrará abordando las causas profundas de la crisis: la pobreza, la discriminación social y económica, y la corrupción. El desafío es enorme, pero la comunidad internacional y los actores locales deben unirse para encontrar soluciones sostenibles que permitan a Haití salir de este ciclo de violencia y crisis.

La situación en Haití es un recordatorio sombrío de cómo la violencia, la inestabilidad política y la crisis humanitaria pueden entrelazarse y exacerbarse mutuamente, llevando a un país ya vulnerable a una situación aún más desesperada. La comunidad internacional, junto con el gobierno haitiano, debe actuar con urgencia para proteger a los más vulnerables, especialmente a los niños, y trabajar hacia soluciones a largo plazo que aborden las raíces de la crisis. La solidaridad, el apoyo y la acción decidida son fundamentales para cambiar el curso de esta tragedia y ofrecer esperanza a los millones de haitianos afectados.