En Brasil, la desigualdad económica ha alcanzado niveles que no se veían desde la época de la dictadura militar, dejando al descubierto una brecha cada vez más profunda entre las élites y la población general. Mientras algunos disfrutan de un nivel de vida lujoso, otros luchan a diario por satisfacer sus necesidades básicas, una situación que desafía los esfuerzos del presidente Luiz Inácio Lula da Silva por atajar la desigualdad.

São Paulo, una de las ciudades más grandes de Brasil, presenta una imagen que encapsula perfectamente la disparidad socioeconómica del país: lujosos apartamentos a pocos metros de favelas controladas por el narcotráfico. En Paraisópolis, la segunda mayor favela de São Paulo, la vida transcurre entre casas de ladrillo desnudo y edificios residenciales con piscinas en cada terraza, separados solo por una avenida.

Un estudio reciente del Observatorio de Política Fiscal de la Fundación Getúlio Vargas ha puesto de manifiesto una preocupante concentración de riqueza en la cúspide de la pirámide social brasileña. Entre 2017 y 2022, el 0.1% más rico de la población casi duplicó sus ingresos, mientras que el 95% de la población vio un crecimiento mucho más modesto, ligeramente por encima de la inflación. Este fenómeno se refleja en el auge del mercado de productos de lujo en Brasil, que ha experimentado un crecimiento explosivo en los últimos años.

Detrás de esta creciente desigualdad se encuentran factores estructurales y coyunturales. Uno de los principales ha sido la reacción de las empresas ante la posibilidad de que se apruebe un proyecto para tributar los beneficios y dividendos, lo que llevó a una distribución masiva de dividendos entre sus socios. La pandemia de covid, que golpeó duramente a una economía con un alto porcentaje de trabajadores informales, y la legislación brasileña que favorece a ciertos sectores con beneficios fiscales, han contribuido también a agravar la desigualdad.

El Gobierno de Lula da Silva está trabajando para combatir esta desigualdad, buscando eliminar privilegios fiscales y encontrando resistencias en un Congreso con una mayoría liberal y conservadora. A pesar de los obstáculos, en 2023 se logró aprobar una reforma para simplificar los impuestos y se tributaron las apuestas deportivas y los fondos de los ‘superricos’. Para este año, el objetivo es modificar el impuesto de la renta para lograr un sistema más justo en el que "quien gane más, pague más".

La creciente desigualdad en Brasil presenta un panorama complejo y desafiante. Mientras las élites concentran cada vez más riqueza, la población general lucha por mantenerse a flote en un contexto de creciente disparidad económica. El Gobierno de Lula da Silva se enfrenta al reto de implementar reformas que atajen esta desigualdad, buscando un equilibrio que permita a todos los brasileños acceder a mejores condiciones de vida y oportunidades. La lucha por la igualdad económica en Brasil es un reflejo de los retos globales en la lucha contra la desigualdad y la búsqueda de una sociedad más justa y equitativa.