Brasil se encuentra en una lucha crucial contra el dengue, una enfermedad transmitida por mosquitos, que este año amenaza con establecer un récord histórico en el número de casos. Las autoridades sanitarias anticipan entre 1.7 y 5 millones de contagios, una cifra alarmante que evidencia la magnitud del problema. Los primeros días de enero ya han mostrado un aumento preocupante, con un registro de 120,874 casos, un salto significativo en comparación con el mismo período del año anterior.

Este aumento se atribuye a una combinación de factores, entre ellos, el clima adverso y las condiciones ambientales propiciadas por fenómenos como El Niño y la crisis climática. Estas circunstancias han acelerado el ciclo de vida del mosquito transmisor, extendiendo su hábitat a regiones antes no afectadas y aumentando la vulnerabilidad de la población.

El cambio climático no solo ha reducido el tiempo de desarrollo del mosquito a la mitad, sino que también ha expandido su zona de distribución, llevando el dengue a áreas anteriormente más frías de Brasil. Un ejemplo alarmante es el estado de Rio Grande do Sul, que ha visto un aumento exponencial en los casos desde 2002. A su vez, São Paulo enfrenta la reaparición de una variante de dengue que no se había visto en diez años, lo que significa que una gran parte de la población más joven no tiene inmunidad contra ella.

Ante esta situación, las ciudades más grandes han tomado medidas urgentes, como la fumigación de calles y la implementación de campañas de inspección domiciliaria. Sin embargo, la preocupación sigue creciendo entre los ciudadanos, como lo evidencia el testimonio de Esther Carneiro, quien, preocupada por el brote en su barrio, espera atención médica y prevención.

Los especialistas advierten que las estrategias tradicionales de control del dengue son insuficientes. La fumigación y las medidas preventivas habituales no han logrado frenar el avance de la enfermedad, lo que resalta la necesidad de inversión en ciencia e innovación. Un enfoque innovador es el uso de mosquitos genéticamente modificados por la Fundación Oswaldo Cruz (Fiocruz) para reducir la transmisión del dengue, una táctica que ya muestra resultados prometedores.

Sin embargo, la solución más efectiva y duradera parece ser el desarrollo de vacunas. El Gobierno brasileño ha tomado medidas para adquirir millones de dosis de una vacuna japonesa, aunque la cantidad aún es insuficiente para cubrir la necesidad actual. Paralelamente, Brasil está trabajando en el desarrollo de su propia vacuna a través del Instituto Butantan, un avance prometedor que podría cambiar radicalmente el panorama. Aunque los resultados iniciales son alentadores, los expertos advierten que la lucha contra el dengue seguirá siendo un reto significativo en los próximos años, enfatizando la necesidad de una acción continua y coordinada para superar esta crisis de salud pública.