En el corazón de Tecate, Baja California, la historia de Ángela Meraz, conocida cariñosamente como Angelita León, destaca por su valentía y el trágico final que encontró en su incansable búsqueda por la verdad y justicia. Como presidenta del colectivo Unión y Fuerza por Nuestros Desaparecidos Tecate, su lucha se centraba en encontrar a su hermano, desaparecido desde 2018, y a tantos otros cuyas voces habían sido silenciadas en las sombras de la impunidad.

La tragedia se desplegó una tarde dentro de un salón de belleza, propiedad de Angelita, cuando sujetos armados irrumpieron con la intención de acabar con su vida. Este hecho no solo culminó con la pérdida de una líder y activista, sino que también encendió la indignación de una comunidad que veía en ella un faro de esperanza en la oscura realidad de las desapariciones en México.

Buscar a seres queridos desaparecidos en México es enfrentarse a un laberinto de silencio y amenazas. Angelita León vivió esta realidad de primera mano, sufriendo amenazas de muerte por su labor. En tres ocasiones, solicitó protección a la Fiscalía General del Estado de Baja California, sin recibir la seguridad que desesperadamente necesitaba. Su asesinato es un sombrío recordatorio de los peligros que enfrentan aquellos que se atreven a desafiar el statu quo en busca de justicia.

La muerte de Angelita no solo dejó un vacío en el corazón de su comunidad sino que también reavivó el reclamo por justicia y protección para aquellos que, como ella, buscan respuestas en un país marcado por la violencia y la indiferencia gubernamental. La reacción de la población y colectivos afines no se hizo esperar, culpando a las autoridades por su inacción y falta de protección hacia quienes realizan esta peligrosa labor.

A pesar de los riesgos, Angelita León se mantuvo firme en su misión, convirtiéndose en un símbolo de la lucha contra la desaparición forzada en México. Su historia es un testimonio de la resistencia y el amor inquebrantable hacia aquellos que han sido arrebatados de sus familias. A través de su trabajo, dejó un legado que trasciende su vida; un llamado a la acción para no olvidar a los desaparecidos y seguir luchando por la verdad y la justicia.

El asesinato de Angelita León es un capítulo doloroso en la historia de México, pero su espíritu combativo inspira a continuar la búsqueda. La comunidad de Tecate y colectivos a lo largo del país persisten en su demanda por respuestas y seguridad, manteniendo viva la esperanza de encontrar a sus seres queridos. La lucha de Angelita es un recordatorio de que, incluso en la adversidad más profunda, la determinación y el amor pueden iluminar las sombras de la desesperanza.

La tragedia de Ángela Meraz, y tantos otros activistas que han pagado con su vida la búsqueda de la verdad, resalta la necesidad urgente de una respuesta gubernamental que proteja a quienes se enfrentan a este peligro. México se enfrenta a una crisis humanitaria que requiere acción, solidaridad y un compromiso inquebrantable con los derechos humanos. La memoria de Angelita y su incansable lucha por los desaparecidos nos obliga a mirar más allá de la indiferencia y trabajar juntos hacia un futuro donde la justicia prevalezca sobre el miedo.