El respaldo a Jair Bolsonaro se hizo evidente el pasado domingo 25 de febrero de 2024, cuando miles de seguidores del expresidente brasileño se congregaron en la Avenida Paulista de Sao Paulo. Respondiendo a la convocatoria de Bolsonaro, la multitud vestida con los colores nacionales verde y amarillo, se manifestó en contra de las acusaciones de golpismo que pesan sobre el exmandatario. Este evento no solo buscaba rechazar tales acusaciones sino también demostrar el liderazgo continuo de Bolsonaro en la oposición. La estimación inicial de asistencia rondaba las 500,000 personas, un claro indicativo del apoyo popular que aún conserva Bolsonaro, quien insistió en el carácter pacífico de la protesta y en su objetivo de defender el Estado de derecho democrático.

La reunión en Sao Paulo llega en un momento crítico para Bolsonaro, quien enfrenta investigaciones por supuestamente desacreditar el sistema de votación electrónica y planear un golpe de Estado tras su derrota electoral. A pesar de estas controversias, Bolsonaro mantiene una significativa base de apoyo. Personas como Wilson Aseka, que viajó 700 kilómetros para asistir a la marcha, lo consideran una víctima de persecución. Este evento ocurre en el contexto de la operación "Tempus Veritatis", lanzada por la policía contra Bolsonaro y sus aliados, lo que ha intensificado el escrutinio sobre el exmandatario y sus acciones políticas.

A pesar de estar inhabilitado para competir en elecciones hasta 2030, Bolsonaro sigue siendo una figura dominante en la oposición brasileña. La marcha contó con la participación de figuras políticas importantes y se esperaba una asistencia masiva, que serviría como termómetro del apoyo popular hacia Bolsonaro. La presencia de más de un centenar de diputados y la promoción de la manifestación por figuras influyentes como el pastor Silas Malafaia, reflejan la capacidad de Bolsonaro para movilizar y mantener una base sólida de seguidores, fundamentales para el futuro político de la oposición conservadora en Brasil.

La convocatoria de Bolsonaro logró reunir a una multitud caracterizada por su diversidad, desde aficionados al fútbol hasta conservadores apoyando a Israel. Esta diversidad subraya la amplia gama de temas y preocupaciones que Bolsonaro logra aglutinar bajo su liderazgo. La solicitud de Bolsonaro de limitar las manifestaciones a Sao Paulo refleja una estrategia para concentrar el impacto visual y mediático del evento, evitando dispersar el mensaje y la fuerza de la convocatoria.

La presencia de banderas israelíes entre los asistentes pone de relieve la dimensión internacional de la política brasileña y el apoyo conservador al Estado de Israel. Esta manifestación de solidaridad responde a las declaraciones controvertidas del presidente Lula sobre Israel, mostrando el desacuerdo de una parte de la población brasileña con su postura. Personas como Edivan Batista Borges, al llevar una insignia israelí, expresan su descontento con las comparaciones hechas por Lula, subrayando el entrelazamiento de la política interna brasileña con cuestiones de política exterior.

La marcha en apoyo a Bolsonaro no solo demostró la lealtad de sus seguidores sino que también sirvió como un desafío a las acusaciones que enfrenta el expresidente. Este evento marca un momento crucial en la política brasileña, donde la figura de Bolsonaro sigue siendo central para entender la dinámica de poder y la dirección de la oposición en el país. A medida que Brasil navega por estos tiempos turbulentos, la figura de Bolsonaro y su capacidad para movilizar a las masas continuarán siendo un factor clave en el escenario político nacional.