En medio de un constante vaivén climático, un anuncio reciente de la Oficina Nacional de Administración Oceánica y Atmosférica (NOAA) ha capturado la atención: la alta probabilidad de que el fenómeno de La Niña visite el océano Pacífico ecuatorial en la segunda mitad del 2024. Esta noticia es especialmente relevante para Guatemala, un país cuyo clima y agricultura podrían verse significativamente afectados por los cambios que La Niña promete traer.

La Niña es un fenómeno climático caracterizado por el enfriamiento de las aguas del Pacífico ecuatorial, lo cual tiene el potencial de alterar los patrones climáticos globales. Según proyecciones de la NOAA y el Instituto Internacional de Investigación para el Clima y la Sociedad (IRI) de la Universidad de Columbia, la probabilidad de que La Niña haga su aparición en julio de 2024 es del 55%, aumentando a cerca del 70% en agosto y manteniéndose en un 75-80% para septiembre y octubre. Este fenómeno es precedido por una fase de condiciones neutrales conocida como "El Niño-Oscilación del Sur" (ENOS), que da paso a este "enfriamiento" entre abril y julio, esperándose la formación plena de La Niña entre junio y agosto.

El Instituto Nacional de Sismología, Vulcanología, Meteorología e Hidrología (Insivumeh) advierte que La Niña podría significar lluvias por encima de lo normal para Guatemala. Sin embargo, estas precipitaciones no son uniformes en intensidad o duración y pueden variar considerablemente a lo largo del país. Históricamente, La Niña ha favorecido el exceso de precipitaciones en Guatemala, lo que podría replicarse entre abril y junio de 2024, con una peculiaridad: el norte del país podría ver lluvias por debajo de lo normal, mientras que el resto del país experimentaría un incremento.

Este fenómeno no afecta a todas las regiones por igual. La época lluviosa, que usualmente comienza en mayo, podría adelantarse en áreas como Bocacosta. A medida que avanzan julio y agosto, aunque se puedan presentar condiciones neutras o incluso del fenómeno de El Niño, otros factores como las condiciones generadas en el océano Atlántico podrían favorecer las lluvias en Guatemala. Las áreas históricamente más afectadas incluyen Bocacosta, Pacífico, Altiplano Centro y Oriente.

Además de las lluvias, La Niña puede traer consigo un aumento en el riesgo de deslizamientos de tierra, dado que las intensas precipitaciones pueden saturar el suelo. También se esperan cambios en los patrones de temperatura, con condiciones potencialmente más frescas comparadas con el año anterior, dominado por el fenómeno de El Niño. Estos efectos subrayan la importancia de la preparación y la respuesta adaptativa de las comunidades y el gobierno para mitigar los posibles impactos negativos en la agricultura, la economía y la seguridad de las personas.

La anticipación y el conocimiento de estos fenómenos climáticos son fundamentales para la planificación y la gestión del riesgo. Con la información adecuada y medidas proactivas, Guatemala puede enfrentar mejor los desafíos que La Niña podría presentar en 2024, minimizando así los impactos adversos y protegiendo a sus comunidades y su economía. La vigilancia continua y la colaboración entre instituciones meteorológicas y de gestión de emergencias serán clave para navegar por este período con éxito.