En un giro dramático de los eventos judiciales, Marlene Blanco Lapola, quien una vez dirigió con firmeza la Policía Nacional Civil (PNC) de Guatemala, ha emergido victoriosa y libre de cargos en un caso que mantuvo en vilo al país durante más de una década. Acusada de liderar un grupo señalado por ejecuciones extrajudiciales, la exjefa de Policía enfrentó la posibilidad de pasar 81 años tras las rejas, una sentencia solicitada por la Fiscalía que pesaba como una losa sobre su futuro.

Este proceso, conocido coloquialmente como el caso 'Cleopatra', se centró en hechos sombríos ocurridos en 2009, donde tres individuos, supuestamente vinculados a una red criminal dedicada a la extorsión de transportistas, fueron asesinados. Blanco, junto con exagentes de la PNC Wilder Valdez, Mártir García y Lino Efrén García, se encontraron en el ojo del huracán, acusados de orquestar estos lamentables sucesos.

Sin embargo, en una sala donde el aire estaba tenso con expectativas y susurros, el veredicto resonó con sorpresa y alivio para algunos: Blanco y Valdez fueron absueltos, mientras que el destino de los otros dos exoficiales se selló con condenas de entre 25 y 75 años. Es de destacar que, aunque condenados, se les exoneró del delito de asociación ilícita, un matiz que no pasa desapercibido en el complejo entramado legal de este caso.

Marlene Blanco, tras escuchar la resolución que disipó las nubarrones de su futuro, expresó un sentimiento de gratitud divina y una crítica velada al sistema, sugiriendo que ser un funcionario competente en Guatemala parece venir con un alto precio. "Doy gracias a Dios porque mi inocencia fue demostrada. Lamentablemente cuando uno es un buen funcionario en este país, antes mandaban a asesinar a las personas y ahora han utilizado instituciones para encarcelar", afirmó con una mezcla de alivio y reproche.

La decisión judicial no solo borró el estigma de culpabilidad que pesaba sobre Blanco y Valdez, sino que también les devolvió la libertad, sacándolos de un arresto domiciliario que los mantenía en un limbo de incertidumbre. Esta absolución marca un punto de inflexión no solo en la vida de los implicados, sino también en el panorama judicial del país, donde los ecos de este caso resonarán por mucho tiempo.

Esta saga judicial, que se ha desarrollado con la lentitud y la complejidad propias de los casos de alto perfil, pone de manifiesto las tensiones y desafíos que enfrenta el sistema judicial en Guatemala. Así, mientras Marlene Blanco y Wilder Valdez se reintegran a la sociedad fuera de las sombras de la acusación, el país reflexiona sobre la justicia, la verdad y la manera en que estas interactúan en el escenario público y legal.